Lunes! Una semana más que empieza, y no podía ser de otra manera: aquí tenemos una nueva entrega. Pronto, muy pronto todas las piezas casarán ente sí. De momento, dejemos que la trama siga su camino (10/15). Disfrutadla y el miércoles nos vemos.
Hablar con Vlad me desagrada por
dos razones. La primera es que no le entiendo nada. Parece ser que
cuando emigró a Estados Unidos, se dejó en casa la capacidad de
aprender un idioma sin que cada palabra que pronunciara no fuera una
violación gramatical. Y la segunda es que ese jodido gordo seboso es
un maldito pervertido. No me cuesta demasiado imaginármelo desnudo,
ciego a vodka, y poniéndosela morcillona mientras habla conmigo. Su
respiración honda y profunda, en ocasiones me hace temer que la
exploración de su zona genital va más allá del mero palpamiento
para adentrarse en el onanismo salvaje. Y eso es algo desagradable y
que me hace sentir sucia. Pero O´hara quiere resultados y hay que
trabajar.
Después del baño y un largo
coqueteo ante el espejo para arreglar los estragos que el alcohol y
sus efectos secundarios han dejado en mi cara, descuelgo el teléfono.
La habitación apesta a vómito. Enciendo un cigarrillo. El olor a
humo y tabaco gana intensidad y la atmósfera se hace algo más
respirable.
-¿Da?- pregunta Vlad al segundo
tono.
- Soy yo- respondo con sequedad.
Detesto cuando se pone a hablar en su idioma. Me hace sentir el
blanco de una conspiración prosoviética-. Tengo trabajo para ti.
- Un placerr ayudarrte prreciosa-
su voz suena pastosa. Casi puedo oler su apestoso aliento de
borracho. Doy una calada para calmar mi sobreexcitado olfato-. Perro
ya estoy rretirrado.
¿Vlad retirado? Ya, claro. Y yo
soy virgen, no te jode. Le necesito. Es la única persona qe conoce
los putos bajos fondos en su totalidad. Quién entra. Quién sale.
Quien acaba entre rejas y quien acaba viendo crecer arbustos desde
abajo. Voy a tener que jugar mis cartas. Es hora de que la gatita
guarde las uñas y deje que le acaricien el lomo un poco.
- ¿Retirado? Eres muy joven para
retirarte, encanto.
- Yo tenner ahorra mujerr
embarrazada y no querrer prroblemas. Nuevo Vlad. Ya no más chico
loco.
- Encanto- suspiro con
sensualidad. Hasta yo misma me pongo cachonda al oírme-. Si tu me
haces este favor, yo puedo compensarte...
Escucho cómo se cierra una
puerta. La voz de Vlad ahora suena más lasciva. Al parecer su mujer
embarazada no es más que una coartada para evitar problemas. No para
contar con que se la mame a cambio de cierta información.
- ¿Qué querrer?
- Necesito que encuentres a una
persona.
- Esto serr Las Vegas. No puto
parrque de atracciones con venta de billetes.
- Se trata de una mujer.
- Vlad te escucha, prreciosa.
La palabra preciosa va acompañada
de una fuerte inspiración. Le tengo donde quiero tenerle. Con las
manos en la masa. Sólo hay que calentarle un poco más y a la hora
de devolver el favor, que sea O´hara el que se ponga de rodillas
entre las piernas de Vlad. Una tiene más caché. Una cosa es
follarse a un botones con acné porque me apetezca, y otra muy
distinta pagar un favor a ese degenerado de la manera que él espera.
- Dice llamarse Sophie. No
sabemos si viene sola o acompañada. Tiene un Cadillac rosa. Por lo
que me han dicho- trato de recordar lo que O´hara me ha dicho- debe
tener unos cuarenta años. El resto de datos son innecesarios. Puede
haber cambiado de aspecto. Ya sabes, las mujeres somos así.
- Sí. Prreciosas. Yo tratarr de
encontrar, pero no serr fácil.
- Quiero resultados mañana,
Vlad. Si no, no hay trato.
- Yo intentar preciosa...
No le doy tiempo a más. Cuelgo.
Doy una última calada y desmenuzo la colilla en un cenicero de
cristal tallado. Mi parte del trabajo, de momento, está hecho. Es
medio día. Me visto para la ocasión y bajo al salón del hotel, a
la caza de algún octogenario lujurioso que me invite a comer a
cambio de nada. Pero no te pongas celoso, encanto. Sigo esperándote.
No te dejes engañar. El miedo. El vómito. Las lágrimas. Todo forma
parte de la escena, y ésta ha pasado. Pronto nos veremos y
descubrirás que soy algo más que una niña mimada a la que le gusta
coquetear con el alcohol y los barbitúricos. Confía en mí. No te
arrepentirás.
- ¿Da?
- Hola Vlad, soy yo- dices
llamando desde una cabina pública. En una mano, un perrito caliente
con extra de mostaza. En la otra, el auricular grasiento y manchado
de carmín del teléfono-. He vuelto. Tenemos que vernos.
- Imposible amigo- responde.
Ahora parece un ciudadano americano de tercera generación. Ni rastro
del acento moscovita de hace pocos minutos-. Tengo un encargo.
- Venga, Vlad. No me jodas. Acabo
de salir de la trena. Es algo rápido. No te va a costar nada y vas
ganar mucho.
El dinero hace que la apatía de
tu interlocutor desaparezca como por arte de magia. Te le imaginas
con el símbolo del dólar dibujado en las pupilas.
- ¿Qué sería? Tengo otro
encargo y me corre prisa.
- ¿De qué se trata?
- No puedo hablar. Ya sabes.
- Como quieras. Acabo de llegar a
la ciudad. Voy a estar unos días donde siempre. Donde tu tía la
Shamarovich- bromeas-. Si necesitas ayuda con tu encargo, ya sabes
donde encontrarme.
- ¿Qué quieres?- te interrumpe
en plena perorata de camaradería por tu parte. Al parecer las
arengas del camarada Lenin sobre proletariado, solidaridad y esas
soflamas políticas las dejó en su tierra al salir por piernas. Por
lo que has oído, los chicos del NKVD iban tras él por algo
relacionado con falsificación de divisa o derrotismo, o alguna
pollada de esas. Vamos, que era carne de gulag, y claro, salió con
lo puesto.
- Necesito dos cosas: una
automática que no esté marcada y que me digas dónde coño puedo
encontrar al hijo de puta que me mandó a la sombra.
Un pitido en la cabina te obliga
a meter más monedas. La situación vista desde fuera resulta cómica.
El auricular pegado a la mejilla, haciendo pinza con el hombro. Un
brazo en alto con el dorso de la mano manchado de ketchup y mostaza.
El momento idóneo para recibir un tiro por la espalda y ser el
hazmerreír de los pringados muertos en situaciones ridículas.
- Te va a salir caro. Necesito
tiempo para conseguirlo todo. Tengo otro encargo.
- Que le jodan al otro encargo.
Tengo dos de los grandes en la habitación. ¿Quién te ha hecho el
encargo?
- Una de las putas de James
O´hara. ¿Sigues teniendo prisa?
Enmudeces. El último bocado del
perrito se agita en tu estómago. Tratas de pensar a toda prisa.
Casando piezas sueltas. Clac, clac. Empiezas a ser consciente de
estar cavando tu propia tumba. James O´hara. El sargento James
O´hara. Un hijo de puta de los que ya quedan pocos. En la cárcel
tuviste algún careo con él. Algo pervertido y bizarro. Esposado al
radiador de la sala de interrogatorios. Comiendo hostias como si no
hubiera un mañana. Un puto sádico, cruel e inteligente. Siempre ha
salido de rositas con todos los marrones que le han querido colocar
los de Asuntos Internos. Pero... un momento. ¿Qué pinta O´hara en
todo esto?
- ¿Sigues ahí, amigo?
Vlad habla, pero no le escuchas.
Tu cabeza funciona a marchas forzadas, buscando la incógnita que le
falta a la ecuación: la trena. O´hara. Las Vegas. O´hara. El
LoveSpring en llamas. Jurisdicción de O´hara. Tu ajuste de cuentas.
O´hara. Una huida a toda velocidad. O´hara. Conversación
telefónica en el bar de carretera. O´hara. Sophie. O´hara. Ella
queriendo pulirse la pasta pronto. La pensión. Su disgusto. O´hara.
Un hotel. Vlad. Las putas de O´hara. ¡Clinc! Premio para el
caballero: SOPHIE es la clave.
- Sí, Vlad. Aquí estoy. En dos
horas en el aparcamiento de la hamburguesería Nevada Desert. Lleva
el arma y la información que te he pedido.
- ¿Me has oído? O´hara está
detrás de mi otro encargo.
- Que le follen. Trae lo que te
pido, y a cambio tendrás lo que él te pide.
- ¿Seguro?
- Palabra.
- En ese caso, que sea en tres
horas. Tengo que encontrar a alguien antes.
- Tres horas. Perfecto.
Cuelgas. Tiras lo que te queda de
perrito al suelo. No sabes qué vincula a Sophie con el sargento
O´hara, ni puta falta que te hace. Matas cuatro pájaros de un tiro.
Consigues el arma y la dirección del cabrón al que vas a dar
pasaporte. Te quitas a Sophie de en medio y te quedas la pasta por
las molestias. La Ciudad del Pecado parece estar de tu lado. Una
buena racha. ¿Quién en tu lugar no apostaría por el caballo
ganador?
-Continuará-
No hay comentarios:
Publicar un comentario